
La botica Mier de la que ahora hay una exposición permanente en el Museo del Estado de Morelia fue una de las primeras farmacias modernas de Michoacán y una de las más icónicas de siglo XIX en México.
La conocida popularmente cerrada de San Agustín en la ciudad de Morelia, Michoacán, actualmente calle Hidalgo, fue el lugar que albergó la botica Mier, primera en su tipo y una de las más antiguas e icónicas farmacias del siglo XIX, no solo en el Estado, sino a nivel nacional.

Fue fundada por el moreliano Don Atanasio Mier y Terán en 1868, farmacéutico titulado por el colegio de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Diez años después de su fundación don Atanasio contrato al arquitecto belga Guillermo Wodon de Sorinne, con el objetivo de construir un espacio que cumpliera con los requerimientos de la época, es decir que contará con botica, rebotica y droguería.

En la botica se atendía al público, en la rebotica se elaboraban las preparaciones medicinales, y en la droguería se dispensaban materias primas naturales y sustancias químicas a granel.
También se podían adquirir cosméticos, artículos para fotógrafos e impresores y hasta pólvora para coheteros.
Todo acorde al popular proverbio «de todo como en la botica» que hacía referencia a qué se podían adquirir una gran variedad de cosas.

Don Atanasio encargo al arquitecto Wodon de Sorinne una edificación con un estilo afrancesado neogótico.
Adquirió aparatos, enseres, botamen de fina porcelana y frascos de cristal de varios tamaños.
Todo de origen europeo y con lo más avanzado para su época.

Don Atanasio compitió con éxito en las llamadas especialidades farmacéuticas extranjeras.
El 1900 obtuvo una medalla de bronce en París en la Exposicion Universal y en 1904 obtuvo una de oro en St. Louis Missouri.
En 1910 con motivo del Centenario de la Independencia en México se renovo el mobiliario y decoración de la farmacia con un estilo neoclásico muy de moda en aquella época del porfiriato.

En la botica se dispensaban medicamentos nacionales e importados; había una sección para la elaboración de recetas y fórmulas de farmacopea; un laboratorio donde don Atanasio Mier, experimentaba y preparaba sus propias fórmulas con las que ganó los premios internacionales antes citados, ademas de un consultorio médico donde se atendía de manera gratuita a los habitantes de la época.

A la muerte del famoso farmacéutico, Don Atanasio en 1917, la Botica Mier continuó su funcionamiento.
En 1928 el establecimiento paso a manos del farmacéutico Pablo Chávez Correa, a quien sucedieron sus hijas ambas con la misma profesión, hasta 1981, año en el que fue finalmente cerrada al público.

Hoy en día forma parte del patrimonio cultural de Michoacán, ya que desde 1985 el Gobierno del Estado después de contratar especialistas en restauración, rescató y monto una exposición permanente de las piezas que fueron cuidadosamente guardadas en el actual Museo del Estado ubicado en la calle Guillermo Prieto del centro de la ciudad.
La colección consta de 1775 piezas expuestas desde hace 40 años y muestra una visión global de como eran las verdaderas farmacias en el siglo XIX.



Deja un comentario